viernes, 1 de enero de 2010

THE BRIAN JONESTOWN MASSACRE - "Who Killed Sgt. Pepper?" (2010)



Para comenzar a hablar sobre “Who Killed Sgt. Pepper?”, el esperadísimo decimoprimer LP de The Brian Jonestown Massacre, recién lanzado oficialmente el primer día del año 2010, se hace tan indispensable cómo tentador hacer un flashback en el tiempo y contextualizar lo que los norteamericanos significan como banda y como influencia en el Rock actual, a 20 años exactos de sus nostálgicos primeros pasos en el año ‘90.

Podemos partir diciendo algo esencial y que, en muchos casos, se convierte en un práctico cliché en diversas bandas a lo largo de la historia: Así como Jim Morrison fue The Doors y Kurt Cobain era Nirvana, los oriundos de San Francisco le deben este mismo honor a su ícono, guitarrista y líder innato: el visionario, superlativo y rockeramente incorrecto Anton Newcombe. Un músico y personaje cargado de un aura hermosamente excéntrica y violenta y un discurso tan confrontacional cómo despreocupado, que se convirtió desde los inicios de la banda en su cara visible y una especie de anti-héroe contemporáneo posterior a la era de ídolos clásicos en el Rock and Roll. Concepto nunca buscado ni pretendido por Anton, pero que evidentemente enmarca y define en gran parte lo que The Brian Jonestown Massacre transmite y significa cómo actitud, postura ideológica o estilo de vida.

Bautizados así como un irónico tributo (como tantos otros títulos en sus canciones y álbumes) al legendario guitarrista de los Rolling Stones: el icónico Brian Jones, la banda de Newcombe llamó la atención en sus inicios por varios puntos: su sonido se enmarcaba refrescantemente bien entre un revivalismo rockanrollero y folk de los ‘60 y ’70, más un claro interés por la escena shoegazer al otro lado del atlántico y las corrientes neo psicodélicas que venían dándose desde los ’80 comandadas por bandas legendarias como Spacemen 3. Es así como luego de varios EP, lanzan el año ’95 una de sus piezas claves: el seminal “Methodrone”, un disco marcado por una energía desbordada de guitarras estridentes pero melódicas atmósferas o, en pocas palabras, un disco shoegaze al ruidoso estilo americano.

Luego de aquel debut, BJM comenzó a coronar una búsqueda que los identificaría inevitablemente como una banda inconfundible de sonido único e irrepetible: el neo-rollingstoniano “Take it from the Man” del ‘96, más las revolucionarias experimentaciones con cítaras y rítmos hindúes en “Thank God for Mental Illness” y “Their Satanic Majesties Second Request” ese mismo año, los definieron como símbolo de vanguardismo y creatividad, al mismo tiempo que quedaba en evidencia su rechazo a la industria mainstream y comercial, pues siempre se mantuvieron apegados a un sonido de no fácil digestión y sin participar de la escena oficial del rock alternativo más radial, ofreciendo siempre su música acompañada de una ecléctica declaración de principios tan violenta como poética.

A más de una década de aquellos tiempos, y luego de seguir sorprendiendo con discos que son considerados pequeños clásicos cómo el experimental “Give it Back” de ’97, el más masivo “Bravery, Repetition and Noise” de 2001, además de su último largaduración y uno de sus trabajos más sobresalientes, el maduro y exquisito “My Bloody Underground” de 2008 (donde se alejan aún más de los oídos populares para refugiarse en su amado y extraño ruido), los Brian nos regalan un disco sorprendentemente mestizo, sobrecargado de ideas lisérgicas, de un sonido sucio y a ratos difícil de digerir y de ese concepto post-hippie que queda de manifiesto en el fundacional título “Who Killed Sgt. Pepper?”. Como queriendo instaurar una nueva, posmoderna y activa sicodelia, alejada de la contemplación y el idilio sesentero.



Al igual que su placa predecesora, este disco está fuertamente influenciado por la reciente obsesión de Anton por Islandia, luego de un viaje que realizara el músico para grabar “My Bloody Underground” en 2008 y recogiera sonidos, imágenes y palabras exóticas que integró como un absurdo collage en sus canciones. Y además, se destaca por haber sido también grabado en Alemania con diversos músicos europeos, la influencia de ritmos gitanos del oeste y la participación de Will Carruthers, ex bajista de Spacemen 3 y Spiritualized. “Tempo 116.7 (Reaching for Dangerous Levels of Sobriety)” es el nombre del primer track del álbum, el cual tomado de su reciente EP “Smoking Acid”, comienza el viaje con una percusión tribal pseudo programada que llama la atención de inmediato por su lúdico y extravagante sonido, acompañado de un ruidismo guitarrero de baja intensidad y frecuencia. La dulce confusión continúa con el notable punto alto de “Let’s Go Fucking Mental”, una especie de noise pop pegajoso y sucio de bases extrañas que es imposible no terminar coreando y moviendo la cabeza para acompañarlo.

“This is the First of your Last Warning” es otro pilar dentro del disco, pues sorprende con la teatral voz de la vocalista Unnur Andrea Einarsdottir que canta melódicamente en islandés y recuerda extrañamente a canciones de anime japonesas, mientras las guitarras de fondo se pierden en una densa y saturada atmósfera acompañada de marcadas percusiones. Otro tema extraído del homónimo EP de 2009, “The One” es un profundo jameo hipnótico e intenso, mientras que “Detka, Detka, Detka” es quizás la canción más freak y llamativa de todas, cantada en ruso por el vocal de la banda Amazing Electronic Talking Cave, Felix Bondareff y dueña de un ritmo folk de tierras balcánicas muy ácido y exótico, que quiebra con toda lógica sonora y te hace sonreir extrañamente mientras recuerdas que estás ante una banda que nunca va a dejar de sorprenderte. “Feel it (Of Course we Fucking Do)”, otra versión extraída de un anterior lanzamiento, es la parte más melódica y oreja del álbum, la cual desemboca en los 10 minutos confusos y alucinógenos de “Felt Tipped-Pen Pictures of UFO’s”, un final intrigante que fusiona una hipnótica ambientación espacial con frases sin sentido que parecen extraídas de una graciosa e inspirada conversación influenciada por psicoactivos acerca de Los Beatles, la religión y los OVNIS.

The Brian Jonestown Massacre son de las pocas bandas activas en la actualidad que pueden decir que, después de 20 años de carrera, han acumulado más admiración, fascinación y respeto, que dinero y singles radiales. Han permanecido fieles a su espíritu underground, crítico e irónico, nunca han perdido esa actitud enérgica y disfuncional que los distinguió siempre ni aquella postura casi política frente a la música. Y de paso, han influenciado a un sinfín de bandas durante la última década y dejado huella en sus acérrimos y devotos seguidores a lo largo de los años, quienes los ven, merecediamente, como la banda contemporánea que condensa con un toque magistral de experimentación, toda la poética belleza de la distorsión y el exceso que siempre ha tenido el Rock en su interior.





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