Pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar a dos músicos tan interesantes y a la vez tan extraños juntos. Y que esto se haga realidad se convierte en un verdadero fetiche auditivo que solo genera el máximo placer.
La versión número 15 de la serie de colaboraciones In the Fishtank, fusiona a uno de los músicos Indie más innovadores y sofisticados como Sparklehorse con uno de los máximos genios delante de un laptop en estos días, el músico austriaco Christian Fennesz. Quien también se destaca por mezclar atmósferas con guitarra en medio de sus exploraciones electrónicas instrumentales. El resultado de este encuentro es un real exorcismo sónico desde lo más profundo del territorio de los sueños.
El inevitable ímpetu experimental de estos dos artistas los lleva a entenderse de manera notable a la hora de crear atmósferas. A ratos tan orgánicas y gentiles, en otros tan abrasivas e inquietantes. Se oyen pasajes de intensa calma, de texturas digitales transparentes y finas. Voces tímidas y lejanas que hablan como en un lamento o un susurro increíblemente frágil. También hay clímax de estridencia, de saturación y algo de ruido inteligente.
Este disco es como una ensoñación etérea de cautivante belleza, de sonidos que vienen de otro mundo. De otro plano antimatérico de vibraciones y resonancias que van más allá de lo racional. La música de este álbum parece venir desde otra vida, quizás. Como la de un pez divagando sin rumbo en el espacio abstracto de su pecera.
La versión número 15 de la serie de colaboraciones In the Fishtank, fusiona a uno de los músicos Indie más innovadores y sofisticados como Sparklehorse con uno de los máximos genios delante de un laptop en estos días, el músico austriaco Christian Fennesz. Quien también se destaca por mezclar atmósferas con guitarra en medio de sus exploraciones electrónicas instrumentales. El resultado de este encuentro es un real exorcismo sónico desde lo más profundo del territorio de los sueños.
El inevitable ímpetu experimental de estos dos artistas los lleva a entenderse de manera notable a la hora de crear atmósferas. A ratos tan orgánicas y gentiles, en otros tan abrasivas e inquietantes. Se oyen pasajes de intensa calma, de texturas digitales transparentes y finas. Voces tímidas y lejanas que hablan como en un lamento o un susurro increíblemente frágil. También hay clímax de estridencia, de saturación y algo de ruido inteligente.
Este disco es como una ensoñación etérea de cautivante belleza, de sonidos que vienen de otro mundo. De otro plano antimatérico de vibraciones y resonancias que van más allá de lo racional. La música de este álbum parece venir desde otra vida, quizás. Como la de un pez divagando sin rumbo en el espacio abstracto de su pecera.
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